Los museos de ciencias naturales no sólo muestran al público los tesoros del pasado, también desempeñan una función esencial: preservar ejemplares únicos que son clave para la investigación científica. Gracias a la conservación a largo plazo y a la gestión cuidadosa del patrimonio natural, investigadores de todo el mundo pueden estudiar restos fósiles que, de otro modo, permanecerían inaccesibles o se deteriorarían con el tiempo. Un buen ejemplo de esta labor es la visita reciente de un investigador interesado en una de las piezas más singulares depositadas en el MCNUZ.
Antonio Cernadas, doctorando de la Universidad de Oviedo, está llevando a cabo una investigación sobre mamíferos carnívoros del Pleistoceno superior. Durante su estancia, Antonio realizó un escaneo superficial de un espectacular cráneo de hiena de las cavernas (Crocuta crocuta spelaea), que habitó la zaragozana localidad de Calcena hace unos 100.000 años.
La digitalización es una herramienta muy útil para la gestión de los ejemplares que custodian los museos. Por un lado, los modelos tridimensionales permiten que los investigadores puedan acceder a las piezas a distancia, independientemente del país en el que se encuentren, y evitan manipulaciones innecesarias. Por otro, se trata de un testigo, una copia exacta del ejemplar, que nos permitirá reproducirlo en caso de destrucción.
Con metodologías como estas, los museos, conservadores e investigadores no sólo preservan el pasado, sino que lo proyectan hacia el futuro y lo acercan también al gran público.

Cráneo de Crocuta crocuta spelaea.

Proceso de digitalización del elemento fósil.
Deja tu comentario