Beatriz Azanza
Los fósiles de vertebrados del Aragoniense (Mioceno inferior-medio) han sido clave en mi trayectoria profesional. Empecé desenterrando restos de tortugas gigantes y grandes mamíferos en el sector de Borja-Tarazona de la Cuenca del Ebro, pero seguidamente pasé a excavar en las cuencas de Calatayud-Daroca y Teruel, incorporándome al equipo hispano-holandés que desde mediados del siglo XX venía trabajando en el área-tipo del Aragoniense y otros sectores de la cuenca; hasta hoy. El motivo inicial fue que necesitaba recuperar más restos de ciervos para mi tesis doctoral, pero luego me interesó el estudio de la evolución de las comunidades de mamíferos durante los últimos 20 millones de años. El registro de mamíferos neógenos en las cuencas ibéricas se ha posicionado entre los más completos a nivel mundial. Su estudio es apasionante, ya que en esta época es cuando se fue configurando la situación geográfica y ambiental actual de la Península Ibérica. Además, ya están presentes la mayoría de los grupos actuales de mamíferos. Por ello, los ecosistemas terrestres neógenos permiten modelizar cómo los cambios climáticos influyen en las comunidades de mamíferos en un entorno verdaderamente natural, al ser los únicos sistemas con fauna similar a la actual no alterados por el hombre. Actualmente también participo en el estudio de los yacimientos miocenos de conservación excepcional del Cerro de los Batallones en Madrid, y de los yacimientos plio-pleistocenos de la cuenca de Guadix-Baza en Granada.
Carmen Núñez
Mi interés por la paleontología empezó en los primeros años de colegio, era un tema que me fascinaba, y para mí, llegar a ser paleontóloga era un sueño. Por fin en 2013 comencé la tesis, centrada en un grupo del que no sabía nada: las aves del periodo Cuaternario. Los primeros meses los pasé estudiando a las aves, las veía todos los días, pero su anatomía especializada en el vuelo era todo un misterio para mí por aquel entonces. Tuve la suerte de poder visitar varias colecciones importantes de anatomía comparada: Ferrara, París y Doñana. He tenido la oportunidad de participar en diversas excavaciones, como las campañas de Atapuerca, donde he podido aprender un montón sobre el contexto del material con el que estoy trabajando actualmente… además de conocer a otros muchos científicos, la mayoría mujeres, de los que aprendo día a día.
Diana Ramón
El estudio del comportamiento animal es una de las principales pasiones que me ha intrigado de siempre, y cuando la doctora Gloria Cuenca me ofreció trabajar sobre los fósiles del Pleistoceno de Obón, en el Cuaternario de Aragón, no dudé en aceptar el reto. Este material me resultó especialmente interesante porque los huesos de herbívoros contenían marcas de mordiscos realizadas por carnívoros, principalmente hienas, llegando incluso a encontrar coprolitos de estas hienas entre los restos fósiles del yacimiento. El estudio de los huesos fósiles reveló una importante asociación de mamíferos que incluía lobos, zorros, hienas, tejones, cabras, caballos, rinocerontes, bisontes, ciervos, entre otros y nos mostró un paisaje muy diferente a lo que hoy conocemos en Teruel que nos permitió conocer mejor los ecosistemas aragoneses de hace unos 400 mil años.
Ester Díaz
Cuando decidí hacer un doctorado me ofrecieron estudiar fósiles de mamíferos marinos recientemente descubiertos en Huesca. Los mamíferos marinos proceden de animales terrestres, y la parte más apasionante de mi trabajo se centra en conocer cómo fue esa transición. Este tipo de fósiles son muy escasos en España, por lo que para poder estudiarlos he tenido que viajar a diversos países como Francia, Hungría o USA, donde he aprendido de científicos de importancia mundial. Viajar, excavar o asistir a congresos son algunas de las ventajas de la investigación, pero a la vez es un trabajo que requiere muchas horas, esfuerzo y tesón. Sin embargo, no hay ninguna sensación comparable al momento en que eres consciente de ser la primera persona en ver ese nuevo animal, que alguna vez existió, y que acabas de descubrir.
Gloria Cuenca
Me inicié en el estudio de los micromamíferos fósiles con el equipo de holandeses que definieron el Aragoniense. Necesitaban analizar las ardillas fósiles del terciario de Aragón y con una beca acabé estudiándolas en Groningen donde hice la tesina. Unos años después de terminar mi tesis Remmert Daams me invitó a participar en el estudio de la microfauna de los yacimientos de Atapuerca, del Cuaternario, donde desarrollo gran parte de mi investigación actual. La magnífica colección de fósiles de microvertebrados de Atapuerca es un reto constante, cuyo análisis no deja de darme sorpresas a pesar de los años que llevo estudiándolos, pongo por ejemplo la definición de especies nuevas, nuevos métodos de análisis ecológico, descubrir nuevas estructuras anatómicas y aspectos de la composición del esmalte dental que sólo con la nanotecnología hemos podido observar.
Isabel Pérez
La vocación me parece fundamental para iniciarse en el mundo de la ciencia. En mi caso, ya desde la infancia me encantaba recorrer los montes de mi pueblo para disfrutar de la naturaleza, y con un poco de suerte encontrar entre las rocas algún fósil o mineral. Esta afición me llevó a estudiar geología y posteriormente a adentrarme en la paleontología. Para mí es fascinante cómo la investigación puede descubrirte mundos pasados ya desaparecidos y muy distintos al actual, igual que si se tratara de una máquina del tiempo. Pero el proceso no es fácil, hay dificultades en el camino, y no solo las de la financiación. Es una larga pero gratificante labor, en la que es necesario colaborar con investigadores de todos los continentes para discutir ideas y poder completar los datos que nuestro incompleto registro geológico no nos brinda.
Jara Parrilla
Maledictosuchus riclaensis ha sido el fósil más importante que he estudiado hasta ahora. Cuando empecé la tesis, Maledictosuchus todavía no tenía nombre oficial, sino que se le conocía como el Cocodrilo de Ricla, o entre los investigadores, como el Cocodrilo Maldito. La leyenda contaba que todo aquel que empezaba a estudiarlo se abandonaba la investigación. Me embarqué en la tesis sin conocer su maldición. Pasé muchísimas horas mirándolo, estudiándolo, fotografiándolo… y poco a poco nos fuimos conociendo. Lo que empezó siendo un fósil maldito acabó siendo un cráneo espectacular de una especie de cocodrilo marino no conocida hasta el momento, es decir, un ejemplar único. Así que, tras descifrar el fósil y ver su importancia científica, decidí llamarle como mucha gente lo conocía, “Cocodrilo maldito de Ricla”, o lo que es lo mismo Maledictosuchus riclaensis.
Julia Galán
Aunque he sido una apasionada de la paleontología desde muy pequeña, fue mi primera
experiencia en Atapuerca la que me llevó a meterme de lleno en el estudio de los pequeños
mamíferos fósiles. La elección del orden Chiroptera como tema central de mi tesis fue hasta cierto punto fortuita, pero después de casi cuatro años de estudio puedo decir que
también fue afortunada. Encuentro a los murciélagos cada vez más fascinantes: desde su adaptación al vuelo activo, hasta su comportamiento, estructura social y la forma de relacionarse entre ellos. En mi caso, también tengo que agradecer a estos pequeños animales voladores el haberme introducido en el apasionante mundo de la espeleología y las cuevas. En la foto, participando en una campaña de prospección y excavación de yacimientos Cuaternarios en cuevas de alta montaña en los Pirineos de Huesca.
Laia Alegret
En mi tesis doctoral analicé la evolución de los foraminíferos bentónicos a través de un gran evento, el impacto meteorítico del límite Cretácico/Terciario. Posteriormente amplié mis estudios a otros eventos globales, especialmente los eventos de calentamiento del Paleógeno, que pueden considerarse como análogos al actual cambio climático. Pero nunca imaginé que el estudio de fósiles microscópicos me fuera a llevar a explorar… !un nuevo continente! Tras navegar como micropaleontóloga en la Expedición 371 del International Ocean Discovery Program, me dedico a la exploración del continente oculto, Zelandia, que dará mucho que hablar durante los próximos años al aportar información sobre procesos fundamentales, como los procesos de subducción y riesgos geológicos asociados, o la deriva de este continente y sus efectos sobre el cambio climático y la dispersión de especies marinas y terrestres.
Penélope Cruzado
La descripción del dinosaurio Arenysaurus fue parte fundamental de mi tesis y una gran experiencia. Desde siempre quise ser paleontóloga de dinosaurios y los hadrosáuridos eran los que más me atraían. Así que cuando tuve la oportunidad de trabajar los restos de Arenysaurus fue un sueño para mí. Durante su estudio tuve la oportunidad de viajar a
Londres y Bruselas para estudiar los huesos de diversos hadrosáuridos europeos y asiáticos, y de conocer a otros investigadores de los que aprendí mucho.
Raquel Moya
Empecé a investigar en Paleontología con el Trabajo de Fin de Grado, que estaba centrado en el estudio de micromamíferos del Pleistoceno inferior de los yacimientos de Atapuerca, en el Cuaternario. Continué con este tema durante el máster y como me gustó decidí empezar un doctorado. Pasé de hacer reconstrucciones paleoambientales basadas en roedores, al estudio más concreto de los sorícidos o musarañas, pequeños mamíferos insectívoros emparentados con los topos y los erizos. Actualmente estudio desde un punto de vista cristalográfico y mineralógico el esmalte dental de musarañas, actuales y fósiles, que en algunas especies se caracteriza por contener óxidos de hierro, lo que da a los dientes un color rojo intenso. Últimamente también he empezado a hacer reconstrucciones en 3D de los cráneos de especies de musarañas venenosas extintas a partir de fragmentos milimétricos que escaneamos con microtomografías computarizadas para reconstruirlas y conocer mejor sus adaptaciones al medio en el que vivían.
Raquel Rabal
Los miles de huesos fósiles de los osos de las cavernas del yacimiento de Coro Tracito de Tella han sido mis compañeros durante mis años de Tesis Doctoral. Poder estudiar un yacimiento tan interesante es todo un privilegio. Además, al tratarse de un patrimonio paleontológico de mi tierra, los Pirineos oscenses, todavía tiene un significado más especial. Es muy emocionante comenzar un trabajo de investigación, ponerte frente a unos huesos fósiles de unos osos de los que no se sabe nada y empezar a desentrañar sus misterios: qué comían, cómo, cuándo y por qué murieron, a qué edad… Pero si me tengo que quedar con algo de esos años es con las jornadas de trabajo de campo. Excavar yacimientos, desenterrar fósiles que hasta entonces eran desconocidos y hacerlo entre amigos ha sido, y es, una de las experiencias más bonitas de mi vida.